domingo, 22 de enero de 2012

quiero un jardín de giralunas

Para algunos, es tan simple como encender un cigarrillo. Para mí, es tan complicado como para el protagonista del cuento de Jack London encender una hoguera en una montaña con 50 grados bajo cero. Pero si me resultara tan fácil no sería yo, quiero decir, no estaría acá, sino viviendo en otro país y horneando muffins para mis veinte invitados. Mirá -te estoy franca-, lo sencillo no me atrapa, de hecho me repele y hasta me asusta, será que mi vida está signada por la eterna búsqueda del conflicto. Es que sin conflicto no hay solución posible, y si no hay posibilidad de crear e inventar soluciones, no hay motor para andar. Es como querer pintar una pared recién pintada: no te gastes, ella no lo necesita. Así que escribime la pared, manchala con témpera, marcador y acrílico, rallala con la llave de tu casa, y si no tenés casa, mejor. Preguntame: ¿cúanto es siete equis por veintiocho novenos dividido setecientos cuarenta y ocho al cubo? Preguntame eso porque no voy a tener ni idea y voy a querer averiguarlo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario