jueves, 12 de enero de 2012

ganar-perder

Todo lo nuevo necesita de lo viejo para nacer. Se nutre, se fortalece, va (cre)siendo sobre eso viejo que le sirve de base y a la vez de trampolín hacia el infinito creador de lo remoto, allí donde lo nuevo cobrará su forma, su fuerza para ser. Lo nuevo aparece a donde, entre lo viejo, se hace un espacio para lo ignoto, para la pregunta sin respuesta anticipada, para la duda sobre la certeza. Es necesario y hasta imperioso, dar aire a lo conocido para que prendan las llamas de lo desconocido y nos quememos en su exploración. Se requiere de un hueco, a veces generado por otro, y a veces por uno mismo -pero un hueco al fin-, que se mantenga por un tiempo en lo añejo, para luego cobrar forma propia y divergente, y así transformarse en lo nuevo. Pero si las garras que nos unen a lo viejo no se desprenden de él, jamás podremos mutar hacia lo diferente: es que lo nuevo aparece gracias a lo viejo, pero con la irremediable condición de dejarlo atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario