Me despierto y lo primero que hago –incluso antes de ir al baño- es ir a ver a Bernardo. Le tengo un cariño especial, aunque lo conozco hace muy poco. Le ofrezco un poco de agua y lo dejo seguir en su meditación habitual. Ahora sí, entro al baño, y en el aseo me percato de que estoy un poco refriada. “Es que dormí con Tomy”, reflexiono. Por favor, no le digan Tomás, es Tomy. La verdad es que físicamente no es perfecto (es medio cabezón), pero hay algo de él que me atrae… será su frescura, quizá. Ahora me acuerdo de que no le presté atención a José cuando lo visité a Bernardo. Siempre me pasa lo mismo, José es un bicho raro. A pesar de esto, le ofrezco un refresco. Igualmente él sabe valerse por sí sólo, después de todo llegó aquí por su propia cuenta. A Ramona la veo cuando me preparo el desayuno. ¡Qué rico perfume usa! No, no, de Titto no me olvido. Es chiquito pero se hace notar, siempre tiene algo para decir. Mientras desayuno, Andy me entretiene un poco, me cuenta acerca de la ciudad, él sabe muy bien cómo anda la calle. Y luego, llega el momento en que me visto y me voy. Bajo en el ascensor y cuando abro la puerta de calle, el mundo me cachetea y me empuja hacia la realidad. Menos mal que Julian me canta al oído:
y que dure lo que dure la ficción
ResponderEliminarmps
tu sí que me entiendes
ResponderEliminarmlc
son muchos en tu familia negri
ResponderEliminar(los que estan en el platito de la entrada no me los presentaste, me lleve dos, pero no les se el nombre)
a esos les ponés vos el nombre,
ResponderEliminarhacé bautizá