- Bien, empecemos por lo primero, entonces - dijo él.
Y así, envolvió el cuello de ella con su mano izquierda, y lentamente la acercó hacia sí. Sus labios se encontraron y se perdieron en una danza, torpe al comienzo, pero muy suave y armónica poco después.
- No era tan difícil el asunto - dijo él.
- No, pero yo diría que es complicado - respondió ella. - Ahora me duele la panza, tengo náuseas y dolores de cabeza.
- Si, yo también -admitió él, cabizbajo. - ¿Y ahora qué?
- Ahora nos separamos y esperamos a que todo pase.
- ¿Y después?
- Y después nos encontramos y, de nuevo, lo primero.
- ¿Y las náuseas, la panza, la cabeza...?
- Que vengan... Todo pasa.
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