domingo, 14 de agosto de 2011

no seré un meteorito


Me entusiasmaba la idea de volar por el espacio sideral, pero sin una nave, sin un casco, sin un rumbo. Armé las valijas, tomé un vaso de soda y emprendí mi viaje. Creo que siete veces me perdí, pero al final una estrella amable (es decir, pasible de ser amada) guió mi camino. Anduve rondando por aquí y por allá, y hasta me hice amiga del sol, pero me quemó con sus mambos y me fui de su lado. Con polvo cósmico pinté un mural en Neptuno y creí que a Mercurio le gustaba, pero es que no lo llegó a ver. Durante un tiempo coleccioné objetos del cinturón de Kuiper, hasta que no tuve más lugar en mi mochila y los arrojé a un agujero negro. Ahora vivo en el meteoroide de debajo del cometa de al lado de la luna. Lindo lugar para soñar con pájaros, reír sin razón y jugar a la rayuela sin límite de edad.

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