Tenía 3 años cuando entré a salita verde y me obsesioné con el color verde. De los caramelos Sugus, comía sólo el verde. Cuando el semáforo se ponía en verde, me quedaba parada frente a él contemplándolo maravillada. En las plazas me revolcaba en el pasto con mucho gusto.
Cuando aprendí a leer me obsesioné con las letras. Jugaba con mi mamá a leer carteles en la calle. Sólo tomaba sopa con fideos de letras. Y obviamente mi juego preferido era la sopa de letras.
A los 11 años me obsesioné con un chico que actuaba en la tele y que tenía apodo de pez. Me compré un pez y puse la pecera en mi mesita de luz. Empecé a comer pescado y nada más que pescado. Todos los domingos le pedía desesperadamente a mi papá que me llevara al puerto a pescar.
Cuando entré al secundario y en historia estudiamos la “Revolución Francesa”, me obsesioné con Francia. Me conseguí un cassette con la Marseillaise y la escuchaba todas las mañanas cuando me levantaba. Empecé a estudiar francés en forma particular. Mi postre preferido era la crème brûlée.
Unos años después mis vecinos se compraron un perrito nuevo, y eso disparó mi obsesión por los canes. Convencí a mis padres y me compraron un perro, al que cuidaba como a un bebé recién nacido. Mi película de cabecera pasó a ser “Todos los Perros Van al Cielo”. Me compré uno de esos perritos que mueven la cabeza y lo llevaba en la mochila para ponerlo en cualquier transporte en el que viajaba.
A los 21, viajé en avión por primera vez y me obsesioné con la aeronáutica. Me fui a vivir a Ezeiza para ver de cerca a los aviones aterrizar. Fundé el Club de Fans de los Hermanos Wright, el cual llegó a tener 47 miembros. Inicié el curso de azafata de vuelo y me gradué con honores.
Ahora hace ya unos años que no tengo ninguna obsesión. Sólo me dedico a repasar cada una de las obsesiones que año a año me acompañaron en mi vida.
ciclico
ResponderEliminarno abandones los proyectos obsesivos
concluyelos
amen
¿Por que encuentro en tus texto a un cortazar prematuro?
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