Empezaría por mi nacimiento, pero
no sé cuando nací. Es que en realidad no sé qué es nacer, los verbos inventar
(se), advenir (se), aparecer (se), creo que son igual a nacer, o parecidos, o
algo así. Yo me invento, me advengo y me
aparezco constantemente, nazco constantemente para volver a nacer. Siempre con
otra máscara, otro disfraz, otro personaje. No hay un nacimiento, hay miles,
millones, tantos como ganas de re-crearse, como fuerzas transformadoras, como pestañeos en una vida, como respiraciones en un sueño de
primavera. Me creo una y otra vez,
siempre diferente, siempre más diferente, y vivo en nuevos zapatos que desgasto
con ímpetu, para desaparecer en su degenero, para volver a empezar, y volver a nacer. No puedo empezar por mi nacimiento,
no puedo empezar, no hay comienzo, soy eterno devenir. Incluso desde antes de
mi concepción: fui hablada, fui deseada, fui nombrada, fui nacida en la palabra
una y otra vez. No existe un antes, no existe un después, sólo existe un ahora,
un ahora que condensa en una unidad toda mi historia que a la vez incluye toda
la historia de la humanidad.
Soy aquella que reúne todo eso que es imposible de
nombrarse en una sola vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario