Cuando te ví por primera vez, mi piel se estremeció y mi corazón latió tan fuerte que tuve que irme del salón. Una vez afuera, un hombre sexagenario que crucé en la calle me dijo, sin interés ni motivo aparente: "el arte no se ofrece al entendimiento, se ofrece a la sensibilidad". Entonces, llegué a casa y, sin siquiera sacarme el abrigo, pinté una pared creyendo que iba a plasmar mis sentidos sin-sentido. Y escribí tu nombre (en minúscula).
fan
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