viernes, 6 de abril de 2012

historia particular

Me incitás a la rebelión cuando provocativamente prendés tu cigarrillo con el fuego de mi pelo enmarañado en las mañanas de otoño, y en las de invierno, y en las de primavera, y en las de verano. Me incitás, me excitás, me estimulás. Y aunque intente deshacerme de tus besos tardíos, tus miradas sin intervalos, tus fragmentos de amor y de odio, y de gracia y desgracia, y de triunfos y de fracasos, y de fracasos, y de fracasos, y de fracasos; aunque lo intente y lo logre, quiero decir: aunque lo intente y lo logre y lo siga logrando, aunque lo haga, vos vas a venir, vas a cantarme, a mirarme, a tocarme, a sonreírme, a susurrarme, a rozarme, a enredarme, a manosearme, a abrazarme, a calentarme, a apretarme, a rodearme, a sostenerme, a asfixiarme... Vas a ahogarme, vas a ahogarte y vas a ahogar los gritos de mi revolución. Y ahí, allí, así,  yo misma voy a ser la que deshaga lo hecho, los hechos, los deshechos, de esta historia ni universal ni singular, pero sí particular, inventada y fantaseada, que no tiene ni principio, ni nudo, ni desenlace.

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