Una y otra vez dándole al repeat con la esperanza de que se escuche un sonido idéntico al anterior, para que los oídos descansen en el murmullo adormecedor de la canción conocida. Y esa pista que suena sin cesar es como una carretera eterna con señales que te guían y te dan seguridad, pero que no te llevan a ningún lugar, porque no existe ese lugar. Porque el lugar es la carretera infinita, la pista incesante, el repeat, repeat, repeat… No creo en los finales felices, porque no creo que exista el fin.
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