(...) En las pausas de la pasión intercambiaron pruebas excesivas. Él le dijo que sería capaz de cualquier cosa por ella. Sierva María le pidió con una crueldad infantil que se comiera por ella una cucaracha. Él la atrapó antes de que ella pudiera impedirlo, y se la comió viva. En otros desafíos vesánicos él le preguntó si se cortaría la trenza por él, y ella dijo que sí, pero le advirtió en broma o en serio que en ese caso tendría que casarse con ella para cumplir la condición de la manda. Él llevó a la celda un cuchillo de cocina, y le dijo: "Veamos si es cierto". Ella se volvió de espaldas para que él pudiera cortar de raíz. Lo instó: "Atrévase". No se atrevió. Días después ella le preguntó si se dejaría degollar como un chivo. Él dijo que sí con firmeza. Ella sacó el cuchillo y se dispuso a probarlo. Él saltó de terror con el escalofrío final. "Tu no", dijo. "Tu no". Ella, muerta de risa, quiso saber por qué, y él le dijo la verdad: "Porque tú sí te atreves" (...)
[ Gabriel García Márquez, fragmento de "Del amor y otros demonios" ]
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