De repente, mirás al frente y todo empieza a cambiar. Cuerpos que no cesan de moverse, cuerpos frenéticos, parecen escaparle a algo. Se levantan, dan pasos irregulares, varios pasos irregulares. Atrás, adelante, al costado, y de nuevo a sentarse. A todo momento amagan con la quietud, pero al instante el desfile sigue, parece que el carnaval recién comienza. A veces son varios al unísono los que se mueven, pero ni se miran, ni se tocan, ni se sienten, ni se nada. Son sólo cuerpos en movimiento. Rápidos, concisos, espásticos, muy poco fantásticos. No hay caras, ni caretas, sólo espaldas y nucas amorfas. No hay identidad ni subjetividad, sólo objetividad. La objetividad de cuerpos desconformes buscando algo con esos movimientos interminables. Los ves, los observás, te intrigan, pero no querés formar parte. No. Entonces te parás, para irte. Y sin querer ahora lo estás haciendo. Atrás, adelante, al costado, y de nuevo te sentás. No sabés por qué. Ni para qué. Y seguís, sin pensar. Y ahora sos un cuerpo frenético en movimiento perpetuo buscando algo que nunca va a encontrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario